sábado, 19 de enero de 2008

El pololeo


Para las minas siempre es importante el momento en que nuestro macho alfa (si andamos con suerte puede ser un M.A.C.H.O.T.E), nos pide pololeo, decide formalizar una bella relación e inmortalizar un momento agradable, nos gustan los símbolos, nos gustan los gestos románticos, a fin de cuentas nos gustan los hombres que son capaces de salir de su papel de cromagnones proveedores y regalan una flor, cute.

Puede incluso ser molesto cuando un nene de un día para otro asume que estás pololeando con él, así no más, sin petición, sin incertidumbre, sin riesgo ni sorpresa, todo mal.

Debo admitir que he tenido suerte con mis novios, todos han sido originales y jugados, sobre todo el último pero ya le he dicho demasiadas veces que fue romántico y tiene un ego del porte de una catedral así que lo vamos a dejar ahí no más.

Viajes sorpresivos desde Viña a Santiago sólo para hacer la milagrosa pregunta (a los 15 te mueres con eso), arrodillás en plena calle, tomás en brazo tipo novia, y frená de auto en cierta calle concurrida con flores y todo, muy nice. Pero siempre hay excepciones y no falta el pastel fome y rutinario, asco.

Opinen y compartan experiencias, muero por copuchentear.